Dejaste en mí huellas imborrables, hiciste que me sintiera frágil nuevamente, desnudaste mi alma, mi cuerpo, mi ser y engrosaste el hilo de donde prendían mis miedos, avivaste la llama de mis complejos y troquelaste cada parte de mis huesos con tus acciones.
Me enseñaste que la confianza no se le da desconocidos, me enseñaste a amar sin límites recibiendo migajas que tenían que alimentar un ego herido, sí que me enseñaste…
Me enseñaste que nunca puedo volver a entregar un mundo a quién no lo valora, a ver másallá de una cara de ángel y sí a ver el profundo y complejo mundo de los ojos, a ver las acciones que desdibujan la perfección superflua…
Cuanto me enseñaste, me enseñaste a estar solo de manera obligada, a perdonar arregañadiente, tener que callar todo, a no poder reclamar nada, a sentirme utilizado al límite y a no poder hallar razones claras…
Contigo aprendí a ser el juguete de tu entretención, contigo entendí que amar es algo de dos y no como en mi caso de uno solo, aprendí que la madurez no es años, no es experiencia, la madurez es simplemente una cualidad que se tiene o no, y en tu caso está extinta!
A tu lado aprendí a dormir con miedo, a levantarme ansioso y a esperar un cambio que no llegó.
Junto a ti aprendí que no vale la pena idealizar, que no es necesario esperar, aprendí que se puede tener 18 años de vida y una recorrido que nada que envidiarle al de mi abuelo, entendí que no puedo ser tan bueno y que debo abstenerme de amar con el alma, el corazón y la razón en una misma línea de acción, aprendí estando contigo, que no puedo ser igual a lo que he sido siempre, me enseñaste y de que manera, que no puedo creer en sonrisas efímeras y en te quiero fulminantes, aprendí contigo a sentir lo que es la traición…
Todo eso aprendí, pero te fuiste justo en el proceso donde debiste haberme enseñado a olvidarte de la misma manera imprevista y fugaz que de mi vida desapareciste… Solo te faltó enseñarme a no recordarte, no pensarte y no sentir que el alma se arruga mientras el corazón busca a gritos agujas de oro, que logren por lo menos remendar el daño que tu aleccionamiento me dejó!
G.M.V