Fueron exactamente diez días, no fueron más. Fue alrededor de 240 horas las que pasé sin entrar a mi blog a escribir, y realmente creía que habían pasado años enteros. Traté de buscar más razones valederas para no releerme y reinventarme en las letras, para encontrarme conmigo mismo desde otras ópticas, para hacerle frente a mis problemas con algo menos personal y sí más vivencial, bueno eso pensé… Cuan equivocado me siento ahora que han pasado los escasos diez días más largos de mi vida…
Me propuse desacostumbrarme de la costumbre, atar cabos sueltos y enredarme en odas de colores, perderme por días en mí mismo, pero me sentía incompleto, me sentía débil y creo que así se debe de sentir un fiel católico cuando sus pecados pesan en su alma y no logra confesarse, pesado me sentía, con tantas cosas por contarle a quién no pone peros, el que me escucha al que no le importa nada y siempre está dispuesto, es el amigo, ese que jamás te traicionará, que nunca develará secretos ocultos y que te ayuda cuándo lo necesitas…
Puedo engañar a todos, soy bueno en eso… Pero a mí mismo?, no, no es correcto, siento que esta vez las cosas deben empezar de otra manera, y aunque sanado estoy falta madurar más, falta perdonarme para poder encontrar ese equilibrio.
Hoy resuelvo seguir desahogándome con las letras, con el opio, las que me arrebatan la vergüenza a mi paso y me hacen vomitar lo que soy, sin máscaras, sin eufemismos, sin adornos… Así, al natural, simplemente cómo soy y entendiendo siempre que es terrible depender emocionalmente de alguien... lo mejor es pertenecer enteramente a uno mismo.
